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¿Por qué Consultar de manera Particular en Medicina Funcional, si existe un Sistema de Salud?


Dr. Roberto Rueda MD MEd MSc


Uno de los mayores diferenciadores de una consulta particular con respecto a la consulta masificada utilizada por múltiples sistemas de salud alrededor del globo, es el valor que se le da a lo que denominamos anamnesis. Desde la perspectiva de la medicina funcional, esta cobra altísima importancia a la hora de abordar a cualquier paciente, indistintamente de lo simple o complejo que aparente ser su caso.


Pero, ¿qué es la Anamnesis?


Como muchas palabras en ciencias de la salud, la mejor forma de entenderla es descomponiendo sus partes y comprendiendo sus orígenes.


El término anamnesis proviene del griego ἀνάμνησις (recuerdo), compuesto de ἀνά- (ana- = sobre o contra), μνήμη (mneme = memoria) y -σις (sis = acción). Este es entonces el término asignado al ejercicio de entrevistar al paciente, generando empatía y buscando recopilar toda la información necesaria para comprender tanto el motivo que lo llevó a la consulta, como aspectos que a primera vista parecieran no estar relacionados con este, pero que de una u otra forma afectan su estado de salud.



Este proceso requiere de entrenamiento continuo y múltiples competencias que el médico debe desarrollar, pero más importante que esto, requiere tiempo. Es difícil esperar que el objetivo de la anamnesis se cumpla en un corto periodo, al cual todos nos hemos visto enfrentados al utilizar los mecanismos que ofrece nuestro sistema de salud (incluido su interlocutor). No es esta una decisión del profesional, a quien usualmente culpamos, sino el resultado de la masificación de procesos en los sistemas de salud, en los que el costo temporal de prolongar una consulta médica se ha mostrado insostenible. Algo con lo que los médicos hemos luchado infructuosamente por años.


En este orden de ideas, debemos también tener en cuenta que el objetivo del Médico Funcional durante una entrevista no se limita a establecer un diagnóstico sindromático, muy común en el ejercicio profesional actual dadas las limitaciones de tiempo, herramientas y espacios, muchas veces derivadas del mismo sistema de salud en el cual se desempeña un profesional, sino llegar a un diagnóstico funcional.


¿Qué diferencia un diagnóstico sindromático de uno funcional?


El término diagnóstico per se proviene del griego diagnostikós (distintivo, o que permite distinguir), derivado de diagignóskein (distinguir, discernir) y este de gignóskein (conocer). He justamente acá la importancia de entender cada término como un ejercicio del profesional que requiere de preparación, entrenamiento continuo y una postura crítica en aras de ofrecer siempre sus mejores habilidades a cada paciente.


Un diagnóstico sindromático se basa casi exclusivamente en la consolidación de los síntomas (lo que se siente) y los signos (lo que el médico encuentra) que durante la entrevista y el examen físico se hacen evidentes. En contrapartida, un diagnóstico funcional se constituye tras evaluar esta información, muy valiosa para el ejercicio, y correlacionarla con fallas en uno y múltiples sistemas funcionales (o fisiológicos) que han llevado a la alteración de los mecanismos de defensa y reparación del cuerpo, lo que conocemos como “salud” o un estado “normal”.


En este contexto, el objetivo real del Médico Funcional durante la anamnesis incluye establecer qué eventos llevaron al paciente a su estado actual, cómo y en qué medida estos le han afectado a nivel somático (corporal) y psicológico (mental) y además determinar posibles causas subyacentes a este estado actual.



Y, ¿qué aporta un diagnóstico funcional a cada paciente?


Las conductas y competencias que rigen al Médico Funcional no deben nunca confundirse con la posible adquisición de una terapia “natural” o una nueva terapéutica exclusiva. Postura que ha llevado a la invalidación en muchos casos de este ejercicio y al conflicto entre colegas que siempre se desempeñan con un único interés: el bienestar del paciente. La Medicina Funcional representa un enfoque diferencial en el ejercicio médico, en el cual, el profesional centra todo este ejercicio en el paciente de forma individualizada, enfocada y en todo caso, alineada con sus necesidades.


En ningún caso el resultado de la evaluación desde el enfoque funcional terminará en la detención de un tratamiento que sea necesario o correcto ya instaurado. Ni entrará en conflicto con la terapéutica (el tratamiento) basado en la evidencia médica actual, pilar de nuestro ejercicio como médicos. En contrapartida, siempre apoyará con una gran cantidad de herramientas adicionales estas conductas en aras de mejorar el estado del paciente.


Herramientas que incluyen el fortalecimiento del sistema inmune, la educación al paciente para realmente comprender qué sucede, el adecuado soporte nutricional y emocional, terapias alternativas y terapias no convencionales como acupuntura o la inclusión de derivados del cannabis precisamente buscando romper las cadenas de sucesos que han llevado al paciente a un estado de malestar.


En algunos casos, el resultado de este ejercicio derivará en la inclusión de terapias no farmacológicas (sin medicamentos) en coadyuvancia (apoyando) terapias ya instauradas para disminuir efectos secundarios de ciertos medicamentos.


En otros, podrá resultar en la constitución de terapéuticas adicionales en soporte a la ya instauradas para cumplir con las expectativas del paciente y su sensación de bienestar. Puede también derivar en el inicio de un tratamiento individualizado diferente a tratamientos previos fallidos o instaurar un tratamiento diferencial de novo (por primera vez).


Y finalmente, pero no menos importante, podrá constituir terapias diferenciadas, enfocadas en el paciente que permitan asegurar el mejor resultado posible.

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